Yo, escribo.

A la gente que confia en mi sé lo agradezco,
a los que no confian o no han confiado en mi les deshecho,
pero a todos les escribo lo que yo pienso.

Escribo porque me levanto siempre con las mismas penas,
con las heridas abiertas que siguen sin cicatrizar.
(Y van camino de no hacerlo nunca).

Te escribo especialmente a tí, peliculero, pendenciero, a ti que tienes la inmensa suerte o quizás el gran don de ser más que nadie, a ti por ser el gran campeón de salto de vallas, por tener la gran habilidad de saltar incluso por encima de la gente.

Puedo resultar pesado, pero no puedo hacer otra cosa,
ya que tú no cesas en tu empeño, de ser una gran persona odiosa.

Por todo ello yo, escribo.